martingarri empezó a demandar atención a su madre el noveno mes del año setenta y nueve, un jueves trece, justo al nacer por el procedimiento estándar; seguramente empezó a molestar a su padre algún mes antes aunque no hay constancia de ello. En ese momento empezó a ser conocido como Martín Garrido.
Tras años de simular en diferido el interés por el estudio, consiguió engañar a sus padres (una vez más) para que le dejaran seguir buscando su camino, y entonces se decidió por el diseño gráfico; porque le gustaba dibujar desde pequeño, porque ya tenía un ordenador en casa desde hacía años y porque sabía que no iba a tener que estudiar mucho en realidad. También le pareció más ecológico dejar de pintar papel para pintar píxels y así es como se interesó más por el diseño web. Eso y porque ama el Ctrl+Z.
Sea como fuere, consiguió dos trabajos en sus dos primeras entrevistas antes de terminar la carrera, cada uno de media jornada, y se sintió el mejor del mundo; pero la verdad es que eran años de bonanza en España, especialmente para los becarios. Y el Flash por todas partes. Por cierto, está orgulloso de poder decir que sigue colaborando con una de esas dos empresas, de vez en cuando.
Y entonces llegó la crisis de las .com allá por el 2002 y no quedó otra que meterse a freelance. Pasó frío ese invierno y aprendió mucho. En algún momento perdió el norte y empezó a trabajar en una agencia de publicidad, cuando lo único que sabía él del tema era por los festivales de Canal+ que vio alguna madrugada; además, para hacerlo en una cuenta de coches bastante conocida, sin tener él ni coche ni carnet. Aún así, disimuló casi 3 años sin moverse de la silla.
Enloqueció tanto que se abrió cuenta en Twitter, en su momento lo hizo sin vergüenza e incluso sintiéndose un 'early adopter' (y sí, cuando se enteró de su significado se avergonzó hasta de saber el término). Superado eso y con muchas canas más, llegó la crisis de verdad y pudo capearla hasta que ya no la quiso seguir capeando.
Era el 2011 y decidió ir a ver crisis extranjeras. Y chinos en su hábitat natural. Viaje al canto. Y se acostumbró a dormir en hostales asiáticos por 5$ la noche; y no le quedó otra que adaptarse, incluso, a descansar en ellos. A todo esto, nunca encontró otra crisis y eso que la estuvo buscando durante un año por más de 15 países.
Aprendió sobre el movimiento slow (slow-life, slow-work y slow-food) y trata de aplicarlo en su día a día. También se ilustró algo sobre la meditación y un poco menos sobre el yoga; aunque sigue formándose. Que la comida fuera sana se volvió imprescindible.
Tras mucho recorrer volvió a Barcelona, su ciudad, para rellenar la cuenta bancaria, que se había quedado tiritando después de tanto paseo, y para recuperar las duchas con agua caliente, que las echaba un poco de menos. Varias depresiones post-vacacionales consecutivas más tarde, emprendió y erró un par de veces, pero por lo menos pudo seguir aprendiendo y también empezó a mostrar algunas ilustraciones, sobre todo para intentar convertirlas en camisetas. Luego pudo cumplir el dicho: en casa de herrero, portafolio en Behance.
Últimamente ha tenido el gusto de ayudar a una ONG con una ilustración; a unos cortadores de diamantes con una web; a unos fideos deliciosos con diseño gráfico; a una empresa de camisetas con un poco de todo; y seguro que podría ayudarte a ti también :)